Se prevé que Brasil cierre el trienio 2014-2016 con la segunda mayor caída del ingreso per cápita en 116 años. Con base en una caída del 3,5% del Producto Interno Bruto prevista para este año, el Instituto Brasileño de Economía (Ibre-FGV) estima que el PIB per cápita se contraerá un 9,4% durante dicho período. En la serie que comenzó en 1900, solo el trienio 1981-1983 registró una caída más pronunciada del ingreso: un 12,3%, a precios de 2015 y en moneda nacional. Según los economistas, la situación no ha empeorado gracias a los beneficios y programas sociales implementados en las últimas décadas.
A pesar de las señales de que la economía brasileña podría haber superado ya su peor momento, la tendencia para 2017 es que los ingresos seguirán disminuyendo. «Tendríamos que crecer al menos un 1 % el próximo año para evitar una nueva caída», explica Silvia Matos, economista del Ibre responsable del estudio. La proyección del Ibre para 2017 es que el PIB disminuirá un 0,1 %, lo que resultaría en una pérdida acumulada del ingreso per cápita de más del 10 % en cuatro años. Dado que la tasa de crecimiento poblacional ronda el 0,9 % anual, el PIB tendría que expandirse al menos un 0,9 % para que la relación entre el PIB y el número de habitantes se mantenga constante.
“Los ingresos no están disminuyendo tanto gracias a las prestaciones sociales y los programas de redistribución”, afirma Silvia. Aun así, el efecto de la crisis actual en el ingreso per cápita de los brasileños es mayor, por ejemplo, que en el trienio 1929-1931, cuando el país, debido a la crisis de 1929, perdió el 7,9 % de su PIB per cápita. José Márcio Camargo, profesor de la PUC-Río, coincide en que los grupos de bajos ingresos hoy en día sienten menos los efectos de la crisis económica, al comparar la situación actual con la de principios de la década de 80.
“La ventaja ahora es que, desde mediados de la década de 90, el país ha construido una amplia red de protección social”, afirma Camargo, lo cual dista mucho de significar que los más pobres estén a salvo de los efectos de la recesión. “Los grupos de menores ingresos están pagando el precio de esta recesión con el aumento del desempleo y la aceleración de la inflación”, afirma. “Pero todos pagarán un poco”. El expresidente del Instituto de Investigación Económica Aplicada (Ipea), Marcelo Neri, considera que los logros de Brasil en la reducción de la desigualdad se ven amenazados por la situación económica. “Brasil está al borde del precipicio y corre un riesgo inminente de caer”, afirma el economista, director de FGV Social.
“Hemos descendido por una pendiente pronunciada, pero aún estamos sorprendentemente cerca de la cima”. Según él, la proximidad a la cima se puede medir con base en datos de la Encuesta Nacional Continua por Muestreo de Hogares, realizada por el IBGE. “Hasta mediados de 2015, la masa de ingresos laborales y sus componentes se mantuvo estable. En el tercer trimestre, la masa salarial cayó y, en 2016, esta caída se acentuó”, explica. Para Neri, aún no hay una crisis social en el país. “La mitad del aumento del desempleo se debe a que más personas buscan trabajo”.
En un escenario optimista para 2017, el país podría crecer hasta un 2%, estima Silvia, de Ibre, pero la economista reconoce que esta es una hipótesis improbable. «El mundo no ayuda. El comercio internacional es muy débil».
Analizando únicamente el comportamiento del PIB, la recesión que se apoderó de los primeros tres años de la década de 80 puede parecer menos grave: en 1982, la economía mostró una ligera expansión (0,8%). Sin embargo, en ese momento la población crecía a un ritmo cercano al 2,3% anual, según datos del Banco Mundial, lo que contribuyó a diluir el PIB per cápita. Dado que la tasa de natalidad ha disminuido desde entonces, el efecto de la desaceleración económica sobre los ingresos fue menos perceptible.
Valor Econômico - 04/07/2016
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